Guía de The Devil Inside

Las Cuevas Subterráneas

Solución

A la diablesa Deva no le cabía ninguna duda: Night, el Aullador de la Noche, había planeado bien su conquista del mundo. Shadow Gate no era más que la puerta de entrada de un reino subterráneo creado por una cultura desconocida, ahora totalmente aniquilada por el ejército de zombies de Night.

Jack T. Ripper no podía dar crédito a lo que veían sus ojos: enormes cuevas rocosas bellamente decoradas por extrañas inscripciones, que ofrecían una sensación de sosiego, cortada únicamente por los rugidos de los cadáveres vivientes.

Deva, más aconstumbrada a este tipo de escenarios, se dejó de miramientos y se introdujo en el corredor de la roca madre que conducía a las entrañas de la Tierra.

Sólo tuvo que descender unos pocos metros, recogiendo los objetos que surgían en el camino, hasta toparse con un gran abismo circular en cuyo fondo había un símbolo mágico de transformación y una tele permanente. Por suerte, una pequeña rampa lateral permitía llegar hasta la base del mismo.

La diablesa aprovechó la ocasión para transformarse en Cooper y guardar su avance. Con su nueva forma masculina, el expolicía regresó a la cima de la hondanada y penetró por una puerta de marco tallado.

Muchos de los caminos de las cuevas estaban vigilados por zombies empalados que no podían moverse del sitio, por lo que no eran demasiado difíciles de esquivar en general.

Dave siguió hacia el oeste, hasta localizar una nueva estatua tallada con forma de enigmático rostro. Debía tratarse de algún fetiche importante, pues dos enormes demonios flatulentos guardaban los alrededores. Cooper acabó con ellos y exploró la puerta cercana al rostro de piedra. Dejaba paso a una empinada rampa que llevaba a una amplia caverna, sembrada de zombies de todo tipo y condición. En lo que parecía ser un altar, Dave dislumbró al extraño encapuchado que había visto nada más entrar en el sótano. Estaba armado con un hacha, pero su silueta transparente certificaba que, o bien era un fantasma, o una especie de holograma, pues no reaccionaba a los movimientos de Dave.

Justo a los pies de la aparición, el protagonista encontró el primero de los cuatro amuletos que necesitaba recuperar para salir a las catacumbas. Puesto que el lugar parecía la convención anual de muertos vivientes, decidió abrirse paso a la carrera, recuperar la piedra, y escapar rápidamente.

Sin pérdida de tiempo, regresó a la estatua del rostro y siguió todo recto, hasta el lugar donde flotaban otros dos zombies de gas. Provocó una alegre explosión disparando a sus estómagos, recogió algo de munición para la ballesta, y exploró los dos caminos marcados por las puertas talladas que allí había. Ambos eran sendos callejones sin salida en cuyo fondo había sendos amuletos, vigilados por el enigmático Verdugo, que incomprensiblemente se negaba a atacar al intruso.

La recolección de los amuletos estaba siendo más sencilla de lo esperado, pero Cooper no se confió. Se situó de espaldas a las dos puertas recién exploradas, y siguió todo recto, hasta tres protuberancias que salían del techo, morada de otros tantos zombies. Tras ellos, la entrada a una nueva cueva se abría a lo desconocido. En la primera desviación, a la derecha, encontró un símbolo mágico que permitió a Deva devolver las almas a Lucifer. No obstante, Cooper ya había decidido que completaría la exploración bajo apariencia masculina.

El otro pasaje aún virgen conducía hasta otro televisor de grabación. La puerta contigua era la antesala de otra de esas enormes cavernas imposibles de abarcar. En el centro, un frágil y estrecho puente de madera llevaba hasta una especie de plataforma elevada. Puesto que parecía peligroso, Dave decidió ignorarlo, centrando su atención en un balcón donde un zombie flatulento protegía el último de los talismanes.

Colocó los cuatro fragmentos en una especie de baldosa amarilla que había cerca del puente, y así abrió el pasadizo situado en la estatua del rostro enigmático. El Verdugo estaba impaciente...

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