Star Wars, también conocida como la Guerra de las Galaxias en España, es sin duda alguna una de las sagas cinematográficas más conocidas en todo el mundo. Desde el estreno del Episodio IV en 1977 han salido al mercado todo tipo de productos relacionados con esta saga: películas, dibujos, libros, juguetes, disfraces... y por supuesto videojuegos. Decenas de juegos de Star Wars han sido publicados a lo largo de las últimas décadas, bastantes de ellos de una calidad notable. El juego del que vamos a hablar hoy es un clásico de SNES: Super Star Wars.

Cómo muchos sabreis, el RMS Titanic fue un transatlántico construido en el Reino Unido, el más grande jamás realizado. Sin embargo, su historia fue de lo más trágica, ya que en su viaje inaugural hacia Nueva York naufragó tras chocar contra un iceberg, hundiéndose el 15 de abril de 1912. Más de un millar de personas perecieron en el naufragio y, desde entonces, ríos de tinta han corrido sobre el tema.

Hoy volvemos principio de los años 90, una época en la que los arcades aún gozaban de muy buena salud, así que muchas compañías centraban sus desarrollos en este tipo de juegos. Una de estas compañías fue la japonesa Toaplan, la cual estuvo en activa desde 1984 hasta su bancarrota en 1994. Entre sus títulos podemos encontrar Zero Wing (un gran shooter famoso por su frase "All your base are belong to us"), Demon's World y nuestro protagonista de hoy, Snow Bros.

En el año 1987 se produjo un auténtico terremoto en el mundo de los videojuegos, cuando de la mano de Technos Japan y la distribución de Taito Corporation llegó al mercado Double Dragon, probablemente el beat-em'up más icónico de la historia de los videojuegos. Aprovechando este enorme éxito, Taito siguió sondeando el mercado y se hizo con los derechos de distribución internacional de un título de la británica Ocean Software, lanzado bajo el sello de Imagine, llamado Target: Renegade, que ya había contado con una entrega anterior distribuida por la propia Imagine, Renegade.

Pinball, flipper, petaco, milloncete, máquina del millón... muchos nombres tiene esta máquina que nos reta a mantener la bola dentro del juego solo con la ayuda de dos botones para mover las palancas e impulsar la bola hacia arriba. En los años 90 Sega tuvo la idea de mezclar su famosa mascota Sonic con las máquinas de pinball, obteniendo un curioso resultado pero no del todo satisfactorio.