Guía de Alone in the Dark 3

Capítulo VIII

Solución

El amuleto me hizo regresar en forma de puma, y el jefe indio me dio unas instrucciones: necesitaba un águila de oro y eliminar a los hombres lobo.

Así pues, con mi nueva forma, salí corriendo hacia la taberna, por donde subí por las escaleras rotas. Arriba, salté la abertura y, corriendo, salté al edificio contiguo. También corriendo, salté hacia el brazo de una estatua consiguiendo el mencionado águila. Luego, al volver, vi como la luna llena transformaba en lobos a dos pistoleros esclavizados. Rápidamente, me fui donde estaba escondido Mc Carthy, pero fuera, donde había un barril de alquitrán. Me manché el brazo... bueno pata... bueno... ¡lo qué sea!, y me marché al edificio donde había estado escondido Morrison. Fuera de la habitación me manché con sales de plata y, ya con plata, acabé con el lobo que me perseguía, y con el que estaba en el cementerio. Regresé al fuego, donde solté el águila.

Resucité asustando al sheriff, quien soltó su revólver. En el tanque de agua, estaba mi sombra. Solté rápido el revólver y me acerqué a ella, fundiéndonos en uno; y además disfrazado de vaquero. Recogí mi revólver y subí por el tanque. Bajé y acabé con otro pistolero en paños menores, quien soltó un cepillo. Yo coloqué el cepillo en un agujero que había en el tanque, accediendo a una zona secreta.

Aquí caí a otro lugar, donde recogí una hoja y un cuaderno de el ingeniero Hutchinson, en el que hablaba del mineral extraído. La hoja se la puse a un busto de indio, accediendo a otra entrada secreta.

Subí por las escaleras y acabé con otros dos tipos, con ayuda de un pico que encontré por allí cerca. Encontré otro frasco que bebí inmediatamente después. Llegué hasta otro lugar, donde encontré un pergamino con unas pistas interesantes. Aquí, había un gran abismo que debía de tener algún truco. Me puse de cara a la pared de la derecha, y di unos pasos atrás para no situarme justamente ahí, sino un poco más retrasado. Cual fue mi sorpresa al observar que se había puesto una baldosa a mis pies.

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