Guía completa de King's Quest II: Romancing the Throne

Solución

Kolyma

Gracias a mi espejo mágico, se me mostró mi futuro en forma de Valanice. Aunque era un futuro bastante difícil de conseguir, pues estaba encerrada en una torre. Esta torre estaba vigilada por una vieja bruja llamada Hagatha, y sólo se puede acceder a ella por tres puertas. Así pues, me encaminé a Kolyma, de donde procedía todo el meollo.

Me encontraba en una playa más solo que la una, y sin ningún objeto; ni una mísera espada. ¿Qué puedo decir? Soy así de chulo. Decidí moverme rápido hacia la derecha hasta hallar una bella casa, con un bello buzón. Siendo el rey de Daventry, me permití abrir su buzón e investigar su interior y coger la canasta que contenía. Fui de nuevo a la derecha y apareció una chica que me sonaba un montón, quizás de un libro o serie de televisión ?aunque Sempronio aún no me ha dicho que es eso de la televisión, pero bueno?. La cuestión es que la chica vestía de rojo pasión, y me pensé mentalmente cambiarla por Valanice. Por el momento, entablé conversación con la chica y me comentó la pérdida de su canasta. Total, no sé si fue el querer llevármela al castillo o mi gran corazón, pero le entregué la cesta. Tras esto, la miserable chiquilla me entregó unas cutres flores. Con esto, regresé a la casa y luego fui abajo hasta encontrarme con una almeja junto a un tronco. Tras cogerla, me llevé un bonito brazalete que estaba debajo. Hombre, el oro del reino no estaba para despreciar objetos valiosos tras las juergas corridas en el castillo ?alcohol, cenas y cortesanas?. Me fui a la derecha donde hallé una estaca, la cual cogí en pleno aburrimiento. Desde luego, moverme del sillón no era lo mío. Largándome dos pantallas más abajo, encontré un tridente que también cogí.

Me encaminé dos pantallas a la derecha donde había un tronco caído y un agujero, el cual examiné concienzudamente. Dentro estaba un collar, el cual cogí. Me encaminé luego una pantalla a la derecha y una abajo hasta un árbol con una puerta, lo cual era de la mar extraño ?me dieron ganas de quemarlo todo por puro egoísmo?. La abrí y bajé las escaleras con calma, llegando hasta la casa de un enano. Le encontré, pero no me quedé a verle pues se le veía en la cara que era un ladrón. Volví un rato después que noestaba, y me hice con su caldero y unos aros, dentro de un baúl. Salí de la casa y fuera me fui a la derecha y arriba donde hallé otro árbol con agujero. Dentro de él encontré un martillo, lo cual sería útil cuando terminara de leer "Torturas y otros dolores afligidos".

Terminé de andar llegando dos veces abajo, donde me encontré con la parte trasera de una iglesia; siempre con respeto por esos curas que lo único que hacen es quemar gente por el bien de Dios. Me fui a la derecha y abrí la puerta de la iglesia, donde vi a un monje rezando sus oraciones. Como hacía tiempo que no iba a la iglesia, más o menos desde la coronación, decidí imitar al monje y comencé a rezar. Tras terminar, pude entablar conversación con el monje quien pidió mi nombre. "Rey Graham" contesté orgulloso, y el monje, que parecía conocer mis gestas, me entregó una cruz la cual me puse inmediatamente. Salí de la iglesia y me asaltó un hada voladora, la cual me entregó un hechizo de protección contra enemigos ?y de paso la dejé que me la... ?. Fui hacia abajo donde encontré una piedra y un agujero, el cual examiné para hacerme con otra bella joya: un diamante. Fui arriba unas dos veces hasta encontrar un puente, el cual era más viejo que una casa de paja, e intenté cruzarlo con éxito.

Luego me encaminé a la derecha y arriba donde leí una inscripción, en la cual ponía que debía de darme un chapuzón para lograr la llave. Por lo tanto, fui una abajo y cinco arriba hasta encontrarme con una sirena. Era una preciosidad ?y me recordó lo que segundos antes había hecho la hada con mi gran... ?, así que decidí nadar con ella; para de paso hablar con ella y entregarle las flores. Ella, algo desagradecida, me entregó un mísero caballito de mar en vez de una buena... ejem, y me fui hacia el mar.

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El mar

El caballito de mar me llevó ante el mismísimo rey Neptuno, al cual, más cuadrado que un armario empotrado, entregué el tridente no sin asco. Me abrió una ostra gigante donde encontré la llave, y me monté en el caballito para volver a tierra, firme y segura.

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Hagatha desde cerca

Encontré algo mientras el caballito me subía, era una especie de botella con algo en su interior. Lo extraje y me encaminé tres veces abajo y una a la derecha donde estaba la cueva de Haghata. Teniendo en cuenta que no estaba, entré y me fijé en una jaula con un pájaro, el cual tapé en breves instantes para que no se pusiera a piar; y luego la cogí. Salí de la cueva con la jaula en mis manos y la destapé.

Salí disparado cuatro veces a la derecha, donde crucé un puente, luego una a la derecha y una arriba hasta la famosa puerta. La abrí con ayuda de la llave en forma de ostra y, con ilusión, me encontré con... otra puerta de fea madera. Tenía otra inscripción que leí atentamente: ahora tocaba la montaña.

Caminé hacia abajo y hacia la izquierda donde crucé otro puente, y luego me fui cuatro arriba. Así llegué a un comercio de antigüedades. Me pareció ver al hechicero, así que me fui para no tenerle que hacer daño, claro; y regresé poco después. Entré en la tienda y me encontré con una lámpara muy vieja, y una vendedora más vieja aún. Le pregunté por la lámpara y me pidió o dos joyas, o su canario. Obviamente, el tesoro del reino no estaba para estafas, sino para estafadores así que le di el canario. Afuera froté ávidamente la lámpara a la espera de un... ¡JAMÓN! Pero salió un simple genio, o no tan simple. Me otorgó una alfombra, y, como no era suficiente, froté hasta que me dio una espada y una correa. Mi cerebro empezó a maquinar y decidí que una alfombra podría sustituir perfectamente a un avión para ir a las montañas ?aunque Pármeno aún no me ha dicho lo que es un avión?.

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La montaña

Caminé hacia la derecha hasta que una detestable serpiente se interpuso en mi camino. Le tiré la correa y se convirtió en un caballo, al que decidí hablarle para saber que pasaba. Un hechicero le había convertido en serpiente por no dejarse montar, así que agradecido se fue y me entregó un tarrón de azúcar. ¡Me había visto a mi cara de caballo! Caminé de nuevo a la derecha y entré en la cueva, donde hallé la famosa llave y regresé donde las antigüedades, usando mi alfombra mágica.

De nuevo en tierra firme, crucé el puente dispuesto a abrir la puerta para encontrarme, por fin, con... ¿otra puerta? Desde luego, estás situaciones me recordaban a los chistes de Arévalo. Leí otra inscripción, la cual decía que sólo un hombre de corazón valiente podría conseguir la llave de esa puerta. Mirando alrededor, y dándome cuenta de que no me había traído a los sicarios, descubrí que aquél hombre debía de ser yo... o al menos eso creía. Por lo tanto, crucé el puente y caminé tres a la izquierda y una hacia abajo donde encontré una casa. Abrí la puerta y entré en ella como si fuera mía, y vi a la abuelita de la chica de rojo pasión, la que me recordaba a algo leído en un libro o algo así... no sé, no tengo mucha imaginación ?salvo para... ?. Hablé con la débil abuelita y decidí darle la sopa, principalmente para que la chica de rojo pasión me hiciera una... bueno, la viera en posición cómoda ?para mí, claro?. Pero no fue eso, sino que me entregó una capa y un anillo los cuales me llevé.

Salí de la casa y me puse la capa y el anillo. Fui tres arriba y una a la derecha, donde encontré azucar el cual comí. Parecía que me desvanecía, es más, como si me volviera invisible. Y así fue. Pensé en acercarme al balneario de las vírgenes para..., pero me fui a otra dimensión. Encontré a un tío esquelético con guadaña, el cual tenía un bote. Me llevó con él por el lago envenenado haciéndome pasar por un vampiro.

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Vampiros

En el castillo me dirigí hacia la izquierda, subí unas escaleras y entré en una habitación donde hallé, en un cajón, una vela que ponía "el sadomaso duele, pero poco". Bajé las escaleras y caminé dos a la derecha, donde cogí un... ¡JAMÓN! Ya iba siendo hora, pensé. Fui arriba y encontré una antorcha, con la cual encendí la vela. Bajé de nuevo las escaleras y fui abajo y a la derecha hacia un cuarto oscuro. Se iluminó con la vela y bajé de nuevo y a fui a la derecha donde encontré un ataúd ?¿sería de Stan, el amigo de Guybrush? Abrí el ataúd y vi a un vampiro, al que sin pensarlo clavé la estaca. Se transformó en polvo ?lo que quería yo, pero en otro sentido? y tomé la llave que dejó. Antes de irme, cogí una almohada del ataúd y una llave de oro que había debajo de ésta. Fui a la derecha y subí las escaleras dos veces, fui arriba y subí otras escaleras. Encontré un baúl que abrí con una de las llaves y miré para encontrarme con otra joya ?¡estaba de suerte!?. Regresé al bote y me marché.

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Playas de colores

Regresé a la costa donde fui abajo dos veces y derecha otras dos, para cruzar un puente y volver a caminar a la derecha y arriba. Apagué la vela y abrí la famosa puerta para encontrarme con... un camino hacia el nuevo y no más puertas como creías que estaba escrito. Entré por él a ver si encontraba a Valanice.

Fui una arriba y tomé una red, la cual usé para pescar algún pez. No tenía hambre, así que solté el pez de nuevo al mar. Me recompensaron con un viaje, así que monté en pez y nos fuimos a una isla.

Fui a la derecha y cogí un amuleto, luego bajé y fui a la derecha. Encontré una gran torre, muy alta, en la cual entré con un valor asombroso... y con ganas de ir al servicio. Subí las escaleras hasta hallar una puerta... y un ¡LEÓN! Vaya, ahora sí que tenía que ir al servicio. Le di el jamón, llorando, y se quedó dormido. Abrí la puerta y encontré a Valanice, que tenía un buen... Hablé con ella, la cual preguntó mi nombre. Le dije que era Graham, el rey de Daventry, y que tenía dinero para comprar Montecarlo ?Pármeno me dirá de donde saca esas palabras?. Sin pensarlo, la besé. Ella, lo más curioso, se dejó. No tuve que pegarla y forzarla como a las otras. Tras esto, regresé a Daventry con ayuda del amuleto (escribe "HOME") y, ya en Daventry, me casé con ella. Tras los festejos, le dije que la amaba... y que si sabía cocinar.

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