Guía completa Shadow of the Comet

Solución

Buscando a un chico de 88 años

          Si el niño tenía entonces doce años, ahora debe.de
tener 88. Quién sabe..., aún podría estar vivo. Intentaré
averiguarlo en el registro civil. Pero lo primero es lo
primero: necesito una caja de placas fotosensibles para
seguir respirando". Consigo que una joven me lleve al
almacén de Myer, que queda cerca del cementerio.

Tras una breve conversación con el tendero, me hago con
el preciado material fotográfico. Pero nada sale nunca como
uno quiere: o las uso esta misma noche o el buen hombre no
se hace responsable de los resultados. Muy alentador. Un
encapuchado merodea sospechosamente por la tienda. Creo que
lo ha oído todo.

Jugg me echa un cable en el registro civil porque, cómo
no, se decirle quién fue el famoso escritor que escribió la
cita, "Shakespeare". Me deja consultar un libro que hay tras
él y puedo encontrar el nombre de las tres personas que
tienen 88 años en la comarca, además de darme la dirección
de cada uno de ellos.

Nos hacemos colegas y me dice que puedo volver a
visitarlo cuando quiera para pedirle cualquier cosa. Al
salir a la antesala observo una inscripción a los pies de
una estatua, algo sobre un rifle que no puedo descifrar.

Ha habido algo raro en todo esto... Veo a Jugg saliendo
del edificio y no puedo reprimir mis ansias de curiosear.
­Sin que me vea, vuelvo a colarme en la sala!. No sé si he
hecho bien, pero ya que estoy aquí...'Nada, sólo una lupa
en el fondo de un armario. Antes de que se me escape el
pájaro -o sea, Jugg- lo sigo hasta su casa para tenerlo
localizado.

Después me dirijo hacia el puerto en busca del almacén
de pescado donde vive el octogenario que supuestamente, en
su adolescencia guió a Boleskine en su increíble aventura.
Por el camino cojo una escalera de cuerda por lo que pueda
pasarme. Lo encuentro durmiendo, Se llama Curtis Hambleton
y me confiesa tembloroso que hace mucho tiempo vio algo
espantoso en un claro del bosque; luego se derrumba y
comprendo que no voy a sacar nada más de él.
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El claro en el bosque

          Hay,que ir al lugar de los hechos, como en las
películas... pero sólo logro encontrar tres ramas y una
cuerda, y ni si quiera localizo el.claro. ¨Por qué no ir a
ver a Jugg?.

En su casa encuentro más información en la segunda
habitación donde entro. Allí está el fusil de Boleskine y
con ayuda de la lupa, descubro un mensaje algo confuso.
Searcher... es ,lo único que consigo leer claramente. Jugg
no está aún preparado para responder a mis preguntas, así
que deduzco que no pinto nada aquí.

Al volver a mi habitación me convierto en el paladín
de un grupo de gitanos dicharacheros que sufren los
maltratos de sargento Baggs. Tengo unas palabras con él y,
de paso, me gano la simpatía de una de las mujeres. Después
de tanto contra tiempo, vuelvo a mis andanzas para localizar
el dichoso claro del bosque.

Para ello, saco mi mapa del baúl y un viejo dibujo de
las tierras que pertenecieron a Boleskine. El tiempo, que
todo lo borra, esta a punto de acabar con los trazos del
pergamino, por lo que me decido a limpiarlo con un algodón
empapado en alcohol que encuentro sobre la cómoda.

Al restregar sobre el dibujo, aparece un mensaje que
parece ser la continuación del que encontré en la culata del
rifle. Me guardo el dibujo y saco el mapa con intención de
marcar con una cruz el lugar que indicaba el mensaje, sobre
la constelación Searcher. Una deducción razonable.

Con el mapa en el bolsillo, me dispongo a encontrar un
guía que se interne conmigo en el bosque, así que me doy un
garbeo por la taberna del pueblo. Sale a colación un tal
Nathan Tyler, que no me convence mucho....

Una piedra se estrella repentinamente contra los
cristales de la taberna. Es una trifulca en la que dos pegan
a uno. El desafortunado se llama Webster y no estoy
dispuesto a que le sigan torturando de esa manera. Una
estaca y un palo me sirven para espantar a los agresores.
Webster esta molido a palos y necesita de la botica. Nadie
mejor que el farmacéutico Matthews para restañar sus
heridas.

Es Matthews quien me ofrece su cuarto oscuro para
revelar las placas fotográficas y Webster se empeña en
acompañarme al bosque. Antes de internarme en la espesura,
me preparo a fondo: la cámara, el trípode, el catalejo,
además de lo que ya llevo encima.

En el Ayuntamiento me espera Webster, ansioso por ver
el mapa. Mientras lo mira, le cargo con el tripode y nos
lanzamos a la búsqueda del misterioso claro.

Cae la noche sobre el bosque y nos pilla de sorpresa
poco antes de tomar la senda que conduce directamente al
lugar que buscamos. Un movimiento inesperado del ramaje hace
que mi acompañante huya despavorido... ­llevándose mi
trípode!. Ten amigos para esto. Pero, en fin, no es momento
de volver en su busca, así que prosigo el camino. Tan sólo
a unos pasos al norte hallo el claro con la cruz en el
centro.

Como soy muy mañoso, me construyo un tripode con las
tres ramas que había cogido antes; con la liana hago un
fuerte nudo para que la cámara tenga la estabilidad
suficiente y quito el embalaje de las placas para disparalas
inmediatamente...

­Lo tengo!. Ahora, me dispongo a explorar los
alrededores, especialmente una zona que se encuentra a la
derecha.

Un gato me llama la atención; no resisto la tentación
de seguirlo. Detrás del arbusto donde se mete, descubro un
pasaje que me lleva, justo delante de una increíble
ceremonia secreta. A esconderse tocan: un árbol que hay a
la derecha me sirve de parapeto. Alrededor de un círculo de
piedras se reúnen varias personas del pueblo y en el centro
de todas ellas, un hechicero indio recita conjuros de un
viejo pergamino. Sin saber de dónde, aparece un pájaro, se
lo quita de la mano y lo deja caer junto a mis pies. Aunque
lo cojo en un suspiro, el grupo me descubre y estalla en
cólera.

Narackamous, tal era el nombre del brujo indio me corta la
huida amenazándome de muerte. Tras una refriega, doy un
tirón y me largo como alma que lleva el demonio. Mi corazón
late cada vez más de prisa toc-toc-toc, no sé si lo voy a
poder soportar. Nada mas llegar a la puerta de mi
alojamiento me desmorono, dando con los huesos en el suelo.
¨Es esto justo?

Cobble es la primera persona a la que veo a la mañana
siguiente. El pobre se da un buen susto al encontrarme
tirado en la calle. Así que me lleva hasta la habitación
para reanimarme y recetarme unas pastillas. El médico me
aconseja mucho, pero que mucho reposo, porque mi corazón ha
sufrido más de lo normal. Pero el tiempo se me echa encima
y aún está todo por esclarecer. Como un buen periodista que
soy, doy un salto de la cama para volver al ataque.

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El revelado

          Receta en mano, voy a la farmacia en busca de las
pastillas y, de paso, a revelar las placas. En la trastienda
cojo el material de revelado. A la izquierda está el cuarto
oscuro, cuya lo luz roja enciendo al presionar el
interruptor del fondo de la habitación. ­Manos a lo obra!.
La emoción me embarga.

Coloco las tres placas a la vez sobre una de las
bandejas..., añado los productos químicos en el siguiente
orden:
metol, hidroquinona, hiposulfito de sodio y sulfito de
potasio... La mezcla es correcta y... ­eureka!.

Las placas me hablan a través de sus imágenes. La
primera y la segunda, de maravilla, pero en la tercera
aparece algo escalofrionte que hace fallar de nuevo mi
corazón. Gracias a Dios que el farmacéutico se da cuenta de
mi estado y me reanima con una de estas milagrosas
pastillas.

La foto se destruye al desplomarme contra el suelo.

Estoy aturdido. Voy a dirigirme a casa de Jugg para
explicarle lo sucedido. Puedo ver cómo sale de allí el
misterioso encapuchado que vi el día anterior en el almacén
de Myer. Entonces le sigo hasta recoger una llave que este
personaje deja junto a la máquina registradora de Myer.
Supongo de inmediato que es la llave que abre la casa de
Jugg y, sin perder, un instante, voy a su casa, introduzco
la llave y entro.

Al entrar, me sale al paso un charco de sangre. "¨Qué
habrá pasado?" -me pregunto- pero continúo adelante. En lo
primera sala no hay más que una estatua de un niño sobre la
mesa; en la segunda, la estatua de un hombre joven dentro
de un armarito, y después de pasar la tercera sala,
encuentro la de un anciano en el interior de una de las
exposiciones de mariposas.

Ya en el salón, al mirar junto a los pies de la cama
descubro una pequeña llave bajo la alfombra que echo
rápidamente al bolsillo.

De las dos estanterías cercanas cojo los libros
Infancia, El hombre joven y El viejo y el mar por su
relación con las estatuas.

Después coloco cada estatua en el lugar donde se está
su libro correspondiente y, como por arte de magia, se abre
un pasadizo secreto Al pasar por él, encuentro a Jugg
agonizando en el suelo. Rápidamente me acerco a él y le
muestro el pergamino que recogí en el bosque. Antes de
morir, sólo logra decirme que eche un vistazo al
Necronomicon y a un mensaje, ambos sobre la mesa. El mensaje
debía leerlo sólo y en mi habitación.

Con la llave que recogí bajo la alfombra abro el libro
y leo: "los ancianos fueron, los ancianos son, los ancianos
serán, ..." Abrumado por esta frase ininteligible, dejo el
libro en su sitio vuelvo a mi habitación tranquilamente para
no levantar sospechas y ser acusado de asesinato. Además,
me arde el mensaje entre las manos, ¨Cuáles serían las
últimas palabras de mi amigo?. "El hombre que puede ayudarte
vive donde flotan los tres colores, desde ahí, salen cien
mensajes. Ultimamente ha estado buscando el cementerio
olvidado en el mapa que todos pueden ver". Así dice su
mensaje póstumo.

¨Qué significaría todo esto?. No tengo las ideas nada
claras. Se agolpan en mi mente todas las imágenes que he
visto en las últimas veinticuatro horas. Recuerdo además que
hay un periódico en Londres que espera los resultados de mi
viaje.

Sin perder tiempo me voy a correos y envío las fotos.
La señorita que, me atiende me comunica que en la planta
superior del edificio un tal señor Underhouse desea hablar
conmigo.
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El faro

           Para mi sorpresa, Underhouse me habla sobre culturas
indias y sobre el indio que fue enterrado en el circulo de
piedras. Sin embargo,la pista que más me sirve es la
existencia de un diario con informaciones muy valiosas que
se halla en la caja fuerte del alcalde Arlington. Respecto
a la combinación, muy fácil, puedo conseguirla en las
páginas de la Sagrada Biblia.

Al salir a la calle me cruzo con la señora Picott,
siempre con su Biblia encima. Así que se la pido
amablemente, pero sin ningún resultado. Un guardapelo es
suficiente para ganarme la confianza de la señora.

Lo compro en el almacén general junto con un broche y
unas nuevas placas para la cámara. Al abrir el texto sagrado
descubro que lo que me interesa está en la página 345 y, por
lo tanto, estos números deben de ser la clave de la caja
fuerte.

Voy al ayuntamiento, pero un empleado no me permitía
subir a la oficina hasta que le digo que soy reportero y
sólo quiero charlar con el alcalde; entonces, me sugiere que
disfrute de la vista de Illsmouth desde la ventana de su
oficina. Logro encontrar la caja fuerte detrás un gran
cuadro que hay en el despacho. La combinación no se me
resiste al marcar los números 3, 4 y 5. En su interior esta
el ansiado diario y una pitillera que guarda en su interior
un depósito de correos a nombre de Hambleton.

Después de la hazaña me siento en el gran escritorio
dispuesto a leer el diario.

Al final, paso toda la noche leyendo sobre el comienzo
de toda la misteriosa historia del pueblo, así como de la
vida de Jonas Hambleton, que entregó a su mujer a cambio de
la inmortalidad. Este personaje era el padre del chico que
sirvió de guía a Boleskine, Curtis H. Sin embargo, tuvo otro
hijo que si siguió sus horribles pasos, Wilbur H.

Cuando la luz del sol entra por la ventana, voy a
correos -sin olvidarme del depósito de la pitillera- a
recoger un paquete que contiene un atuendo igual al del
encapuchado Wilbur Hambleton. Tengo que ponerme este
ridículo disfraz detrás del pozo del pueblo para que nadie
vea la operación de camuflaje. Ahora, disfrazado de Wilbur,
puedo acercarme a las inmediaciones de faro, lugar bastante
sospechoso, e incluso que los matones que están allí me
dejen pasar, confundiéndome con Wilbur, al contestarles con
un gruñido.

Bajo una de las ventanas del faro utilizo la escalera
de cuerda que tengo en mi poder para subir a lo más alto.
Una vez arriba, sin darme tiempo a nada soy descubierto,
pero mientras intentan echar la puerta abajo para cogerme,
descubro detrás un reloj de arena, unas alas. Abriendo una
linterna, saco una vela; al centrar la lupa sobre la mecha
de la vela consigo encenderla. Se me ocurre untar la cera
derretida sobre las alas para pegarlas a la espalda. No se
cómo, pero funciona. Salgo volando y aterrizo en un lugar
del bosque donde viven los gitanos.

Me ofrecen la ayuda de su bola mágica en la que puedo
ver a Boleskine pidiéndome que destruya la maldición de
CTHULHU, que no permita que regresen los ancianos, que luche
contra aquellos hombres que se entregaron a sus rituales a
cambio de la inmortalidad. Me recordó que el círculo de
piedras era el foco por el que podían volver. Deduje que
tenía que ir donde Jonas descansa para toda la eternidad,
sin duda alguna, al cementerio.

Cuando regreso al pueblo ya es de noche y me encuentro
a Bishop frente a la farmacia. El me da las llaves de la
puerta del cementerio. Una vez en su interior, me doy un
paseito alrededor de las tumbas y, ­sorpresa!, hallo una
cuerda y una barra que me servirán para entrar en la cripta
situada al fondo del cementerio, en la que seguramente se
encontraba el cuerpo de Jonas.

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Terror en el pasadizo

          La cuerda me sirve para bajar a un auténtico
subterráneo lleno de pasadizos. He de estar muy atento para
no perderme dentro del laberinto porque hay que esquivar
todo tipo de bichos desagradables como arañas, murciélagos
o ratas. Otros peligros son agujeros ocultos en los que
puedo caer o los pinchazos que propinan los innumerables
hierros que sobresalen del suelo. Tengo que realizar
diversas tareas: situar cráneos sobre pedestales, pisar
losas ocultas, acercarme a agujeros peligrosos y por último,
dar tres vueltas alrededor de un altar (mirad plano del
subterráneo).

Al abrirse la última de las puertas puedo ver a Jonas.
Una cascada de insultos arremete contra mi. Jonas,
convertido en un ser abominable, comienza a perseguirme. Así
que recojo cuatro estatuas que hay en la sala y salgo
corriendo por donde he entrado para no ser presa de mi nuevo
enemigo. Ya en la salida, encuentro al joven Webster y a su
madre. Los ruidos de la cripta prosiguen y madre e hijo me
llevan a descansar a su casa del cementerio. Por supuesto,
Walter me devuelve el trípode, cariacontecido.

La madre me cuenta las cosas que su marido le había
dicho sobre la familia Hambleton y el signo Wílbur. Atando
cabos tengo una idea: "Colocaré las estatuillas en cada una
de las casas de las cuatro familias malvadas que la madre
de Walter me ayudó a descubrir. Arlington, Hambleton,
Coldstone y Tyler".

Detrás de un cuadro de la pared, encuentra un dibujo
del signo de una estrella de cinco puntas. Pero no tengo
tiempo que perder; tengo que destruir a las cuatro familias
sin demora. Primero ,me encamino a la casa de Tyler, que
está al sur de la casa del fallecido Jugg. Cuando el malvado
Tyler sale, utilizo la primera de las estatuas, haciendo
aparecer una estrella de cinco puntas. Y al decir las
palabras mágicas IAE-YOG-THU-SOT y volver a utilizar la
estatuilla sobre la estrella hago desaparecer a Tyler de una
forma terrible. Luego voy a la casa de Coldstone, situada
muy cerca de mi casa para repetir el procedimiento con las
palabras RLA-GNAHAS-TEP.
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Muerte de las familias

          Al alcalde Arlington le encuentro en la parte trasera
de su casa, en el granero. Ahora pronuncio las palabras
NGH-HIUK-HU-WIG y hago desaparecer al tercer servidor de los
ancianos.

Tengo que ingeniármelas para acercarme a la casa de los
Hambleton, de difícil acceso. En un cubo que hay en la
fachada del almacén de Myer cojo algo de pescado podrido con
el que puedo cazar un gato. Me acerco sigilosamente por la
parte derecha de la casa Hambleton y suelto el gato cerca
del perro que hay allí. De este modo, los ladridos del perro
hacen que la familia se aleje de la mansión. Rodeo la casa
lo más de prisa posible y entro a la mansión que ha quedado
libre de vigilantes.

En la primera sala, me hago con una linterna y una rosa
de los vientos que hay en el interior de un armario. Al
utilizarla sobre el timón colocado al fondo, hago abrir una
puerta a la derecha. Subo unas escaleras y llego a la
primera planta donde, con mucho cuidado de no pisar la
alfombra, sitúo la linterna sobre la chimenea para poder
abrir otra puerta. En la siguiente habitación, urgando en
los cajones, encuentro una manivela que, al usarla en el
telescopio, hace aparecer tres palancas en el suelo. Pruebo
suerte con la del medio y cae a mis manos una bola desde la
lámpara. La coloco en el cuadro situado a mis espaldas para
abrir así un pasadizo secreto junto al telescopio.

Entro en él y llego a lo más alto de la casa. En el centro
hay un gran dibujo que representa la estrella de Wilbur y
en su interior, un especie de altar. Es el momento de
utilizar la ultima de mis estatuas y así lo hago. Recito el
conjuro con las palabras THO-NYA-CHT-TUR; asombrosamente del
interior de las paredes aparece la familia Hambleton. Me
capturan con intención de acabar con mi vida, pero cuando
el cuchillo de Wilbur estaba junto a mi garganta, utilizo
de nuevo la estatua. Todos son destruidos. Escapo de la
mansión apresuradamente, después de haber liquidado a las
cuatro familias y, por tanto, a su enlace, el mismísimo
Jonas Hambleton. Mi corazón ha resistido demasiado hasta
entonces y vuelve a fallar nada más respirar el aire de la
calle.

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Aventura en la isla

           Por fortuna el doctor Cobble vuelve a encontrarme.
Cuando recobro el sentido, le digo que todo lo que hago es
por el bien de la comunidad y parece creerme. Además me
avisa de que el sargento Baggs me anda buscando y me da un
mensaje del señor Underhouse en el que me comunica que tiene
noticias nuevas. Sin perder tiempo me dirijo a su casa.
Aparece Baggs, a quien le propongo hablar en el apartamento
de Underhouse y acepta.

Gracias a Underhouse logro desembarazarme del pesado
policía.

A continuación, me habla de un indio llamado Natawanga
que podía ayudarme. Para contactar con él me da una pluma
y un mensaje, explicándome que con un arco y una flecha que
tendría que encontrar, lograría destruir al malvado indio
Narckamous.

Me pongo en camino dirección al almacén de pescado para
buscarlos. Cuando llego la puerta está cerrada, pero con
ayuda de un palo que había junto a la puerta y el alfiler
del broche que llevaba encima, consigo abrirla.

­Dios mío, lo que mis ojos ven al entrar!. Curtis
Hambleton yace muerto colgado boca abajo. Encuentro el arco
dentro de la chimenea y la flecha bajo un tablón del suelo
a la izquierda de la habitación. Ahora necesito la ayuda del
indio Natawanga. Para ello, me interno en el bosque y, sobre
un tronco cortado, sitúo la pluma.

No me pidáis que os explique cómo, pero me convierto
en un lindo pájaro blanco y emprendo el vuelo hasta llegar
junto a la casa del indio. Para asegurarse de mis
intenciones me hace varias preguntas a las que. respondo:
"Los Mic Macs", "Yog Sothoth", "1834", "Una estrella" y
"Dagon".

Tras ganarme su confianza, me da un bote de pintura
que, según él, me ayudará en la casa del demonio, que está,
situada bajo tierra. De repente vuelvo a aparecer en el
bosque.

El único lugar por el que puedo descender bajo tierra es el
pozo. Así lo hago: desciendo por una escalera, Pero las
agitadas aguas subterráneas no me dejan avanzar; utilizo el
bote de pintura y éstas se calman. Mientras avanzo por la
caverna, recojo una lata vacía y otra de ácido.

En la siguiente sala, encuentro dos pedernales que me
guardo y en un charco de Nafta que hay allí lleno la lata
vacía. Unos pasos hacía el sur me llevan a una majestuosa
sala en la que se encuentra el poderoso Narackamous. Sin
perder un solo instante, vacío la lata de Nafta en el suelo,
prendiéndola con ayuda de los dos pedernales y formando un
círculo de fuego alrededor del indio. Saco mi arco y le
atravieso con la flecha. He acabado con él.

Aparece ante mí la figura de Boleskine que me comunica
que debo coger una barca e ir a una isla para acabar con el
demonio Dagon. En la misma sala cojo una turquesa,
aguamarina y una mariposa. Al salir vuelvo a llenar el cubo
de Nafta y voy hacia el puerto. Allí solicito una barca al
pescador Bishop, respondiendo a sus preguntas 2,3,3 y 2.

Al llegar a la isla mencionada recojo del suelo una
esmeralda y un rubí, me topo con una puerta cerrada en la
que hay que resolver un rompecabezas para poder abrirla. Lo
consigo, moviendo dos veces hacia abajo la tercera columna,
una vez la cuarta línea hacia la izquierda, luego la segunda
columna hacia abajo y para terminar desplazo dos veces hacia
la izquierda la tercera línea.

La puerta se abre y veo una gigantesca estatua. Trepo
para colocar el rubí en el ojo izquierdo y después el
aguamarina sobre una de las estrellas que hay en el suelo.
De este modo se forma la estrella de cinco puntas que
impedirá que Dagon me destruya.
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El círculo de piedras

          Al salir me espera una nueva aparición de Boleskine.
"Tu lucha contra los dioses no ha acabado" -me dice- y me
proporciona un anillo. Me envía a una caverna que habían
hecho los adoradores de CTHULHU.

Subo a la barca y el viento se encarga de llevarme
hasta la entrada del santuario; tengo que encender mi
lámpara debido a la oscuridad que hay en el interior. Pronto
la recargo con nafta para no quedarme sin luz durante el
camino.

Esquivando los terribles monstruos que hay en la
primera sala, paso a la de la izquierda donde hay otros no
menos temibles. A duras penas consigo salir andando hacia
el norte hasta encontrar en una estancia al joven Webster
y a su madre atados a una extraña máquina con la que CTHULHU
parece sustraerles la energía de ellos, para poder así
materializarse.

Vierto el ácido al suelo, recojo un diamante y coloco
en el anillo de Boleskine la esmeralda y en el de Natawanga
la Turquesa. Me los pongo uno en cada mano y consigo que
aquello no se materialice.

Logro desatar a mis dos amigos, pero mi trabajo no ha
finalizado. Boleskine aparece de nuevo para darme los dos
últimos consejos: que me dirija al círculo de piedras y que
fotografie el paso del cometa. Intento salir por donde
entré, pero la salida está bloqueada por un derrumbamiento.
Mi intuición me hace descubrir un pasaje que me lleva
justamente al circulo de piedras.

Rápidamente me dispongo a montar mi equipo fotográfico:
coloco el tripode, la cámara y porqué no, la mariposa y la
lupa sobre el objetivo de mi cámara. Al colocar la lámpara
junto a la cámara se proyectan desde la mariposa cuatro
rayos de luz de diferentes colores que quedan impresionados
sobre cuatro piedras del círculo.

Tengo que desenvolver las placas a toda prisa y hacer
la foto justo cuando el cometa Halley aparecezca. A su paso
se desprende parte de él y cae justo a mi lado.

Lo cojo y en ese momento, todo cambia. Parece que se
han desatado las fuerzas del mal; algo inimaginable aparece
en el círculo central. Sólo sé que tengo que destruirlo, así
que voy a colocar el pedernal, símbolo del fuego sobre la
piedra roja, el aguamarina sobre el azul que representa el
agua, sobre el blanco el fragmento del cometa símbolo del
aire y sobre el verde el Diamante, que simboliza la Tierra.

A continuación pronuncio el último de los conjuros y
consigo que aquello se desvanezca en el aire. No puedo
olvidar las palabras de agradecimiento de Lord Boleskine,
quien apareció dándome la enhorabuena y diciéndome unas
últimas palabras: "No está muerto lo que yace eternamente".

Espero que no sea así y nada vuelva a surgir de las
profundidades. Mi agitado corazón no podría resistirlo una
vez más...

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