Recordando
Retro Review Paperboy

¿Quién no ha jugado a Paperboy ya sea en la máquina arcade o en uno de sus innumerables ports? Corría el año 1984 cuando Atari, una de las compañías más importantes en el sector, lanzaba Paperboy para su arcade Atari System 2.

El juego se convirtió en un éxito total, por lo que la compañía no dudó en lanzar en un intervalo de 5 años (desde 1986 hasta el 1991) más de una decena de ports para los 8 y 16 bits, algunos con más éxito que otros. En la actualidad, las plataformas vigentes también han contado con su versión de Paperboy para sus stores particulares.

En Paperboy nos ponemos en la piel del repartidor de periódicos, que irá con su bicicleta a través de la calle lanzando periódicos hacia las casas de nuestros suscriptores, con cuidado de no destrozarle su propiedad rompiéndole una ventana, por ejemplo. Por otra parte, también podremos "atacar" las propiedades de aquellos que no sean nuestros suscriptores (los suscriptores viven en casas con colores claros, mientras que los que no lo son viven en casas oscuras). Si no cumplimos bien con nuestro trabajo, ya sea por no entregar el periódico o por hacer daño a su propiedad, los suscriptores se darán de baja, poniéndonos trampas en los siguientes días.

El juego empieza con la selección del nivel de dificultad, que no es otra cosa que elegir una de las tres calles: Easy Street, Middle Road y Hard Way, cada una con sus bonificadores de puntos. El objetivo final del juego es completar toda una semana de trabajo, entregando perfectamente los periódicos en los buzones.

Sin embargo, no todo va a ser nuestra puntería lanzando periódicos. Multitud de obstáculos se le presentarán a nuestro querido Paperboy: tomas de agua, alcantarillas, breakdancers, coches, gente con monopatín, borrachos, niños con juguetes teledirigidos y, por si fuera poco, hasta la propia muerte. Si acertamos con nuestro periódico en alguno de estos obstáculos, ganaremos puntos extra, si nos chocamos, perderemos una vida. Pero hemos de tener cuidado con no lanzar periódicos a diestro y siniestro, ya que contaremos con un número limitado de ellos, que podremos reponer si logramos coger el ítem correspondiente en la pantalla, aunque a veces resultaba bastante complicado alcanzarlos.

Un "Perfect Delivery" (Reparto perfecto) es conseguido cuando se entregan los periódicos a todos los suscriptores.

Al final de cada día, entraremos en los "Training Grounds" (Campos de entrenamiento), donde podremos conseguir puntos extra en un tiempo limitado. Deberemos derribar diferentes objetivos con nuestros periódicos y evitar aquellos que nos hagan caer. Si realizamos un salto correctamente a través de las rampas que nos encontramos, se nos rellenarán los periódicos. El objetivo es llegar al final de la pantalla sin caernos y consiguiendo el número máximo posible de puntos. El hecho de chocar con algo, no nos hará perder vida, ya que esta pantalla solo es de bonificación.

Con cada nuevo día, se nos mostrará un mapa con las casas de los suscriptores, que pueden haber variado si hemos perdido/ganado la confianza de dichos suscriptores. A medida que avancemos días, la dificultad de la pantalla irá en aumento con más obstáculos que sortear. Si llegamos al último día de la semana, el domingo, también deberemos tener en cuenta que la edición dominical es más pesada y, por lo tanto, el tiempo de vuelo del periódico será mayor.

El juego tiene tres finales, que se mostrarán en el titular de un periódico: si llegamos al domingo y hacemos bien la entrega, nuestro paperboy ganará un trofeo por su eficiencia en el trabajo; si perdemos todas las vidas, Paperboy dejará el trabajo; y, por último, si perdemos todos los suscriptores, Paperboy será despedido.

Como siempre, si es posible me gusta añadir una curiosidad. En una de las versiones arcade, el control de la máquina consistía en un manillar de bicicleta, con dos botones a los lados para lanzar los periódicos. Si empujábamos el manillar hacia adelante, acelerábamos, si lo tirábamos hacia atrás, frenábamos.

Paperboy fue un juego muy popular, pero como era habitual en aquella época, muy difícil.