Recordando
Retro Review de Prehistorik II: Back to Hungerland

El retorno del hombre de las cavernas

A veces cuando pensamos en que juego hacer la review, miramos en nuestro histórico por si ya escribimos unas líneas en esta humilde página. La cuestión es que me ha venido a la cabeza Prehistorik, un simpático juego de plataformas que de pequeño me entusiasmaba, me parecía muy divertido. Y, efectivamente, ya escribimos sobre él, pero hace la friolera de ¡8 años!. Pero nada iba a detener mis ganas de escribir sobre Prehistorik, así que ¿Por qué no hacerlo de la segunda parte?

El juego fue desarrollado por la francesa Titus, al igual que la primera parte, y autores de otro juego de plataformas que me encantaba: Titus the Foque, en cierta manera, era como la mascota de la compañía. Fue lanzado en 1993, menos de dos años después de la primera entrega, intentando aprovechar el éxito de la primera entrega, aunque quizá no fue tan relevante ni recordado.

La premisa del juego es sencilla, pero graciosa: nuestro querido cavernícola va al frigorífico (cavernícola, sí, pero con frigorífico) y se lo encuentra vacío. Parece que un malvado gorila le ha dejado sin teca, así que decide coger su palo prehistórico y emprender una aventura para cazar algunos sabrosos animales y así calmar su agitado estómago!

Al dar un primer vistazo al juego, es prácticamente idéntico al anterior, con mejores gráficos, pero la jugabilidad es esencialmente la misma. Es un plataforma de scroll lateral, donde armados con nuestro palo, deberemos abatir a los distintos enemigos que nos salgan al paso. Al igual que sucedía en el primero, hay multitud de bonus escondidos. Mientras que en la primera entrega muchas veces estaban en el fondo del agua (bajo riesgo de morir ahogados si nos equivocábamos de entrada), en este hay muchísimos bonus escondidos en las rocas, por lo que recomiendo fervientemente ir saltando por todos los lugares mientras vamos agitando nuestro palo.

Estos bonus están representados, en su mayoría, con cosas para comer, para saciar el hambre de nuestro protagonista. Dependiendo de su tamaño, nos darán más o menos puntos, aumentando nuestro score que nos servirán para vacilar a nuestros amigos y enseñar quien es el mejor cavernícola. También hay otros ítems para recargar nuestra energía o para ganar vidas extras.

Como era habitual en este tipo de juegos, los enemigos tenían sus rutinas de movimiento: por ejemplo, las arañas se balancean colgadas del techo (otras tienen un desplazamiento totalmente vertical), osos que se mueven horizontalmente a gran velocidad, etc.

A medida que vayamos jugando, descubriremos zonas más escondidas que nos darán acceso a pantallas de bonus, repletas una vez más de comida.

Una de las novedades del juego es esa especie de ala-delta que a veces tendremos que utilizar en alguna pantalla. Esta adición está bien, pero hecho muchísimo de menos una cosa respecto a la primera entrega: los dinosaurios enemigos finales, me parecía algo bastante divertido.

Comparando ambas entregas, puedo entender que la segunda pasarse sin pesa ni gloria. A pesar de ser gráficamente superior, el juego ofrecía poca innovación y, ya en 1993, se empezaba a quedar atrás respecto a otros plataformas.