Guía de Discworld (Mundodisco) II: Missing Presumed...!?

Acto III: El Inexorable Rincewind

Solución

La película fue un éxito, tal vez incluso demasiado. La Muerte se convirtió en una estrella adorada por miles de seguidores y, encantada de ser un héroe de masas, decidió romper la promesa hecha a Rincewind y se negó en redondo a volver a su antiguo trabajo. La única solución al problema estaba en que el propio Rincewind visitara la casa de La Muerte a lomos de su caballo y aprendiera todos los trucos necesarios para segar almas y realizar las labores que La Muerte había hecho hasta entonces.

La Muerte había construido su casa sobre las nubes más altas de MundoDisco y la había rodeado de un establo para Binky, su querido caballo blanco, un jardín y un campo de maíz. Rincewind encontró la llave debajo del felpudo y, una vez en el interior, encontró en la cocina a Albert, el criado de La Muerte.

Albert no parecía muy convencido de que alguien como Rincewind pudiera ocupar el lugar de su señor, y explicó que para poder ser aceptado como sustituto de La Muerte se necesitaba un traje negro, una gran guadaña, una voz cavernosa y un excelente talento como jinete.

Rincewind subió al piso de arriba y entró en la habitación donde se guardaban los relojes de arena, que representaban el tiempo restante de los habitantes de MundoDisco. Allí cogió un frasco de tinta, utilizó el cordón para hacer sonar un timbre y se dirigió rápidamente a la cocina aprovechando la ausencia de Albert, donde abrió la puerta del horno y cogió unos terrones de azúcar y un trapo aceitoso. De regreso al hall cogió las cortinas que colgaban de una de las ventanas y encontró una guadaña en el soporte de los paraguas. Luego regresó al piso de arriba y visitó la habitación de Susan, la niña que vivía en la casa de La Muerte, donde encontró un conejo de peluche sobre la cama en cuyo interior había un pijama. Rincewind cogió un ovillo de cuerda y bajó las escaleras hasta la biblioteca, situada frente a la cocina. Allí encontró tres libros y descubrió que el del centro era el suyo, el libro en el que se iban descubriendo todos los acontecimientos de su vida.

Rincewind salió de la casa y se dirigió al establo dispuesto a demostrar sus habilidades como jinete. Para ello cogió la cuerda, dio los terrones de azúcar a Binky para ganarse su confianza, untó la silla de montar con pegamento y, finalmente, colocó la silla en el caballo. El mayordomo Albert tuvo que reconocer que Rincewind era capaz de cabalgar en el blanco corcel de La Muerte, y dio por buena esa prueba.

Nuestro amigo visitó el jardín y encontró unas colmenas parecidas a las de la Universidad. Allí encendió el trapo aceitoso con las cerillas, se colocó el pijama para protegerse de las abejas y utilizó el trapo ardiendo en la colmena para hacerlas huir, momento que aprovechó para llenar el azucarero de miel y coger un poco de cera, que utilizó inmediatamente con el ovillo de cuerda para fabricar una vela.

Luego se acercó al estanque, cogió la caña de pescar de uno de los gnomos, arrojó la tinta al estanque y sumergió las cortinas en el mismo para conseguir lo que podría imitar, perfectamente, el traje negro de La Muerte. Luego se dirigió al extremo derecho hasta llegar al pozo, ató el azucarero lleno de miel a la caña de pescar y utilizó la caña sobre los pequeños puntos que se movían en el pozo –que resultaron ser almas de hormigas- para atraparlas en el azucarero.

Susan se columpiaba alegremente en el centro del jardín. A su lado había un carrito que llamó rápidamente la atención de Rincewind, el cual pidió a la niña que se lo prestara, y cuando Susan pidió a cambio el libro de Rincewind el mago se lo entregó sin ningún problema. Pero el contenido del libro resultó ser demasiado personal y nuestro amigo no pudo permitir que la niña siguiera leyendo, momento en el que Susan accedió a prestar el carrito a cambio de una de las biografías que se guardaban en el nicho de la biblioteca.

Rincewind regresó a la biblioteca, encendió la vela con las cerillas y la introdujo en uno de sus bolsillos. A continuación abrió la puerta del nicho con la llave, iluminó la habitación oscura con la vela y descubrió que una de las tablillas de piedra estaba suelta y podía ser recogida.

Nuestro amigo entregó la tablilla a Susan y esta vez la niña no puso ninguna pega para prestar su carrito.

Rincewind regresó a la casa, ató el boomerang a la cuerda y lo lanzó a la chimenea de la casa. Luego trepó por la cuerda y habló por la chimenea para demostrar a Albert que podía tener una verdadera voz cavernosa. Era el momento de regresar a la cocina y mostrar a Albert la guadaña y el traje negro que, junto con la voz cavernosa y el talento como jinete, eran todos los requisitos necesarios para demostrar que podía realizar el trabajo de La Muerte.

Pero Albert exigió que Rincewind demostrara que era capaz de utilizar la guadaña, segando el césped antes de comenzar a cortar almas, así que con ayuda de la guadaña y el carrito Rincewind construyó una máquina segadora con la que hizo un bonito dibujo en el campo de maíz. Cuando Albert le pidió que trajera cien almas, como prueba de su habilidad, Rincewind le entregó las almas de las hormigas.

Volver arriba