Guía de Discworld (Mundodisco)

Acto III: El Héroe

Solución

En las Puertas de la Ciudad, tras hablar con los guardias que le dieron tres ideas, nuestro amigo pidió que le calcularan sus posibilidades.

Nuestro mago se fue directo a las Sombras, donde entró en la choza del ladrón, que no estaba en casa, de la misma manera que entrara anteriormente. Allí, examinó la bolsa cogiendo, al final, un cuchillo típico del trabajo de ladrón. No se olvidó la escalera y la recogió antes de irse.

En la Calle, en la barbería concretamente, Rincewind cogió el libro de citas del barbero y sus tijeras.

En la Plaza, tras hablar con nuestro amigo y vendedor ambulante Escurridizo, éste nos entrega una bolsa llena de sanguijuelas. En el establo, al lado de Escurridizo, cogió un huevo, la serpiente del suelo, y otro huevo. En el Psiquiatra, examinó a la lechera, que se había convertido en estrella de cine, y al troll, con el que más tarde habló. Volvió a entrar en el Psiquiatra y, como había una silla libre junto a la lechera, habló con ella y le firmó el libro de citas del barbero. En el Equipaje, usó la serpiente con el fertilizante y con el almidón, convirtiéndola en una vara.

En el Tambor Roto, lugar de reuniones de lo más selecto de Ankh-Morpork: los ladrones y asesinos más conocidos; Rincewind se interesó por la botella verde detrás del mostrador y, tras insistir al camarero, le sirvió un vaso. Indagando en el vaso, Rincewind encontró un gusano.

En el Callejón, nuestro mago se va a casa del alquimista. Tras hablarle de todo y por orden, hasta que se fue. Cogió la cámara de fotos y se dirigió al Palacio.

No le dejaron entrar, así que se fue a la Universidad.

Como había que recoger información, nuestro mago habló, en el comedor, con todos y de todo para conseguir pistas de cómo ser un héroe. Luego, en la Plaza habló con los viejos y la amazona de las zonas del Eje. En la Calle, habló con el mendigo y el juguetero. En el Tambor Roto, habló con el troll matón de la entrada. Entró y, con el fanfarrón, conversó un rato y le entregó una bebida. También habló con el Ejeño. En la Posada, conversó con los tres tipos. En el burdel de las Sombras, habló con la chica de rojo.

Se fue hacia el escondrijo donde, tras llamar a la puerta, le dieron una tarta de natillas. En las Puertas de la Ciudad cogió un barril de pólvora y preguntó a los guardias sobre sus posibilidades.

En el Palacio, para que le dejaran entrar, nuestro mago sembró la discordia entregando, y sacando previamente, unas sanguijuelas al guardia más alto. Entró y, en el baño, cogió el cepillo. Rincewind entró en las mazmorras. Abajo, ató el gusano con el cordel y lo usó de señuelo en el agujero. Consiguió un ratón, que, indagando en él, resultó ser un duende. En la cámara de torturas, Rincewind cogió un hueso de un esqueleto y, estirando a Chucky, consiguió una espada.

En la juguetería de la Calle, cogió un muñeco dinosaurio verde, y untó con cola el hueso.

Fue a la Posada y, como el perro era muy perro, le entregó el hueso para que estuviera callado. Después, hablando con el tabernero, le pedimos un vaso de leche que le dio al marinero. Habló con él sobre su gran pérdida y le dio un silbato a nuestro amigo.

En la Universidad, en la cocina, cogió la espátula y, en la habitación del Archicanciller, le cogió, sin permiso pero con razón, su sombrero mágico. En el comedor, cambió el palo de Windel Pons por la serpiente en forma de vara, para luego adaptarlo a la red cazamariposas.

Rincewind se encaminó al Establo de Libreas, donde limpió la matrícula y la leyó. Al lado había un anunció, El Refugio para Dragones de Lady Ramkin.

En el Callejón, Rincewind se guardó él mismo el cuchillo y saltó al tejado por medio de la losa. Usó el cuchillo para soltar la escalera. Bajó por la ventana del fondo y, cuando cayó el ladrón, le comentó lo leído en la matrícula, es decir: “No seas burro”.

Rincewind salió de la ciudad hacia el Borde del Mundo, donde lo atrapó un bicho asqueroso. Por suerte, los dioses habían bebido y dejaron que Rincewind fuera libre, y estuviera vivo. Allí, usó el silbato llamando al loro del marinero, al cual tiró un petardo y lo derribó. Luego lo cogió con la red. Se le cayó el silbato, pero, usando el sombrero del Archicanciller donde antes estuviera la lámpara, bajó abajo y, en el caparazón de A’Tuin lo encontró.

Volvió a Ankh-Morpork y habló con el marinero en la Posada, al que devolvió el loro. Éste le dijo que quien hacia los tatuajes era el barbero. Salió de la ciudad y, en el Bosque, entregó el libro de citas al citado barbero. Volvió a la Calle, a la barbería, pero nuestro amigo no podría resistir el dolor, así que tuvo que acceder a la forma light, que era una pegatina. Las tenía el gato callejero, hijo del barbero. En la Plaza, el gato callejero no aceptó darle el tatuaje a Rincewind. En la cota, le cortó el rabo al burro, consiguiendo un bigote de cola de burro.

Rincewind se encaminó hacia el Refugio para Dragones de Lady Ramkin (RDLR). Entró sin problemas y fue a la puerta delantera que, tras hablar con Lady Ramkin, decidió ir a la parte trasera. Nuestro mago cogió la correa y el clavo, pero no pudo hacerse con la roseta. Examinó todos los dragones, poniendo especial atención en Mambo 16. Rincewind también se fijó donde metió la llave Lady. Salió a la parte delantera y llamó, pero rápidamente fue a la trasera donde ya no estaba Lady y recogió la roseta.

Fue hasta las Sombras donde, con ayuda de la espátula, sacó el hollín en el que trabajaba el albañil, también desaparecido ó perecido. En la Plaza, en el callejón, con ayuda del cuchillo, cortó la banda elástica.

Salió de la ciudad hacia el Bosque Sombrío, donde entró en casa de la bruja y habló con ella de todo. Cuando intentó que nuestro mago le diera un beso, le echó la tarta de natillas encima. Nuestro mago se pudo hacer con la poción rosa, la Poción de la Verdad, y examinó la lana del suelo. Siguiendo el hilo, llegó donde había una oveja. La colocó la roseta y le hizo una foto. Antes de irse, Rincewind cogió el mazo.

En Ankh-Morpork, en el Tambor Roto, le puso el marco del pulpo a la foto de la oveja, y la clavó en la viga. Habló con el fanfarrón y pidió una jarras de cerveza, a las que Rincewind echó la Poción de la Verdad. Tras un duelo de mentiras con el fanfarrón, éste acabó hablando de la posición del Templo de Offler, el Dios Cocodrilo.

Salió a las Puertas de la Ciudad, donde Rincewind habló de la espada y el guardia rebeló la posición de la Mina de los Enanos.

Fuera, fue al Barranco, donde estaba situado el Templo de Offler, pero un monje le atacó y le tiró al río. Subió de nuevo y le colocó la alfombra para deshacerse de él.

En la gruta de la derecha, Rincewind cogió la bufanda azul, la cual Rincewind se pone y ata la correa al Equipaje. Llenó el monedero de arena en el grupo de la gran joya, que era el Ojo de Offler, y lo sustituyó por ésta. Tras una escena típica de nuestro compañero y amigo Indiana Jones, Rincewind salió de la gruta con la joya en su poder.

Llegó a la Mina y habló con los dos enanos que trabajaban sin descanso, y, tras enseñarle la espada, y como todo estaba resultando muy fácil, el enano le pidió una bebida.

En la taberna, Rincewind baja a la bodega, pero se asustó y salió corriendo.

Volvió a la Posada y, en la habitación, examinó la puerta hasta descubrir al Hombre del Saco. Con el destornillador, quitó la puerta de sus bisagras y le habló de la bodega.

Llegó un rato después al Tambor Roto, bajó a la bodega y llenó su jarra con el vino de bayas, el cual guardó Rincewind porque el Equipaje se lo bebía. Se lo llevó al enano de la Mina, el cual le hizo su espada mágica.

Fue al Callejón, donde se guardó la banda elástica. Subió al tejado y a la torre. Colocó la cinta elástica en punta del asta. Tras algo de XXX, Rincewind consiguió el tatuaje del adorable gato callejero. Abajo, tocó la sombra que tenía y la transformó en hollín.

En la Universidad, fue a la biblioteca, donde leyó un libro o, mejor dicho, un libro lo leyó a él. Con todo, se dirigió a la Plaza para enfrentarse al dragón.

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